Comercio de aves: Un problema que lleva más de medio siglo en Sudamérica

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Hubo un tiempo en el que capturar aves para exportarlas fue una práctica normal. A lo largo del siglo XX muchas personas, seducidas por los vistosos colores y los particulares cantos, se abalanzaron sobre los bosques para cazarlas.

Un comerciante de Londres, por ejemplo, importó más de 400 mil colibríes en Brasil antes de la Primera Guerra Mundial. Un par de décadas más tarde, en el estado de Pará, al norte de ese país, otros 25 mil fueron extraídos de sus hábitats para adornar cajas de chocolates en Italia. En total, desde 1950, más de un millón de pájaros suramericanos terminaron como mascotas en otros puntos del planeta.

Las anécdotas y las cifras pertenecen a un reporte lanzado ayer que muestra cómo, a lo largo de medio siglo, las naciones que comparten territorio amazónico han intentado frenar ese comercio ilegal, pese a que aún persisten muchas amenazas. Bajo el título “Bird’s-eye view: Lessons from 50 years of bird trade regulation & conservation in Amazon countries” (“A vista de pájaro: lecciones de 50 años de regulación y conservación del comercio de aves en los países amazónicos”), este documento detalla las complejidades a las que se han enfrentado estos países desde finales de la década de 1960 hasta 2016.

Auspiciado por WWF y Traffic, una organización no gubernamental que lidera el trabajo global en el tráfico de la vida silvestre, el informe fue realizado por el biólogo Bernardo Ortiz-von Halle, de la Universidad del Valle. En sus 198 páginas incluye una buena noticia: en las últimas décadas millones de aves han sido salvadas de terminar en una jaula. De hecho, asegura, el comercio ilegal ha caído sustancialmente en Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam en comparación a aquellos años en los que exportar estos animales era el común denominador. “Se debe principalmente a que las especies de aves más buscadas por los coleccionistas ya existen en la mayoría de los países consumidores”, dice.

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