VIDEO: lagartijas invaden Capital y el GBA, un animal tan fascinante como beneficioso

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La mayoría de personas suelen mostrar rechazo hacia los reptiles. Tal vez sea por el tacto tan inquietante de los animales de sangre fría: un tacto que muchos vinculan con el de la muerte.

En todo caso se trata de un sentimiento irracional, que no nos permite valorar en su justa medida el importante papel que desempeñan los reptiles para el normal funcionamiento de los ecosistemas naturales.

Porque mas allá de esa aversión natural, lo cierto es que los reptiles cumplen una misión fundamental como controladores de plagas, por ejemplo, las poblaciones de insectos y arácnidos de nuestro entorno.

Ese es el caso del famoso dragón que en las noches de verano suele ser visto en las paredes exteriores y los techos bajos de los edificios, agazapado entre las sombras; un animal tan fascinante como beneficioso para el ser humano.

Es uno de los reptiles más comunes en los entornos domésticos de las ciudades y pueblos, donde acostumbra a convertirse en inquilino habitual (que no parásito) de nuestros hogares. Porque a pesar de todas las leyendas que arrastra en su contra, lo cierto es que este pequeño saurio resulta totalmente inofensivo.

Si nos detenemos a observar su anatomía y su comportamiento, lejos de asustarnos quedaremos fascinados por la biología de este curioso reptil de vida nocturna. Con un tamaño de alrededor de 15 centímetros de cabeza a cola, su piel, rugosa, escamada, de color pardo grisáceo o gris ceniciento, le permite mimetizarse con la textura de las paredes y techos en las que establece su territorio.

Allí permanece durante la mayor parte del día, semioculto en cualquier moldura o saliente, hasta que cae la noche. Entonces acude sigilosamente hacia los límites de las sombras para detenerse, justo antes de que la luz delate su presencia, y quedarse durante largos minutos completamente inmóvil, aguardando el momento preciso para abalanzarse por sorpresa sobre sus presas: polillas, moscas y mosquitos, arañas, escarabajos, cucarachas… su menú lo componen los visitantes menos estimados de nuestros hogares.

Si observamos con detenimiento los dedos, veremos que son planos, globosos y abultados. Durante años se creyó que en ellos se hallaban las ventosas que le permitían corretear boca abajo por los techos y las paredes verticales. Ahora sabemos que no es así.

Los científicos descubrieron que el secreto de estos reptiles para mostrar tan sorprendente capacidad de adherencia está en unas sofisticadas pilosidades que conservan entre los pliegues de las palmas de la mano. Gracias a esos filamentos consiguen desplazarse en vertical por cualquier superficie, incluso el cristal de las ventanas.

Si tenemos oportunidad de admirar con detalle a estos curiosos geckos, con ayuda de unos prismáticos, nos llamará la atención el aspecto de sus enormes ojos: dorados, como rellenos de purpurina, y con una pupila negra en forma vertical que le atraviesa el globo ocular de arriba a abajo para darle ese aspecto de criatura galáctica.

Cuando pase el verano cualquier agujero le servirá de madriguera para pasar el invierno sin causar molestia alguna, reservando sus fuerzas para iniciar otra vez sus sorprendentes correrías por paredes y techos en cuanto llegue la primavera.

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