El plan ambiental de Costa Rica podría ser un modelo para el mundo

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Es un gran acuerdo verde para un país en un territorio diminuto. Costa Rica, con una población de cinco millones, desea liberarse del uso de combustibles fósiles para 2050. La principal evangelista de la idea es una planeadora urbana de 38 años llamada Claudia Dobles, quien por cierto también resulta ser la primera dama.

Si el mundo busca evitar las más graves consecuencias del calentamiento global, todos los países tendrán que aspirar a algo similar, dicen los científicos. Aunque la huella de carbono de Costa Rica es diminuta en comparación con la de otros países, Dobles tiene una meta más alta en mente: eliminar los combustibles fósiles mostraría al mundo que un país pequeño puede ser líder en enfrentar un problema formidable y mejorar la salud y el bienestar de sus ciudadanos.

Combatiría, dijo ella, un “sentido de negatividad y caos” de cara al calentamiento global. “Necesitamos empezar a brindar respuestas”.

La apuesta verde de Costa Rica, aunque está llena de desafíos, tiene una ventaja de arranque. La electricidad ya proviene en gran parte de fuentes renovables —principalmente hidroeléctrica, pero también eólica, solar y geotérmica—. Después de décadas de deforestación, el país ha duplicado su cobertura forestal en los últimos treinta años para así cubrir la mitad de su superficie terrestre con árboles. Eso ha resultado ser un enorme sumidero de carbono y un gran atractivo para los turistas. Además, el cambio climático no es un tema político que polarice en Costa Rica.

Ahora, si su estrategia para reducir el carbono tiene éxito, podría brindar un mapa para otros, especialmente para los países en vías de desarrollo, al mostrar cómo los líderes electos democráticamente pueden hacer crecer sus economías sin depender de fuentes contaminantes. Si no funciona, sin embargo, en un país tan pequeño y tan políticamente estable, de igual manera tendría profundas consecuencias.

“Si no podemos lograrlo para 2050, es probable que ningún otro país pueda lograrlo”, dijo Francisco Alpízar, un economista en el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza en Turrialba, Costa Rica, y asesor para el gobierno en asuntos climáticos. “Eso sería realmente malo”.

Para Dobles, la prioridad es arreglar el transporte. El sector representa la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de Costa Rica. El número de autos y motocicletas en circulación está creciendo rápidamente, de acuerdo con una encuesta por parte de un grupo no gubernamental llamado Estado de la Nación. El auto promedio en el país fue fabricado hace diecisiete años. La congestión es un gran problema; el tráfico matutino en el área metropolitana de San José se mueve a una velocidad promedio de 15 kilómetros por hora. Al mediodía, es peor.

El Plan Nacional de Descarbonización contempla trenes eléctricos, de pasajeros y de carga, en servicio a partir de 2022, que es cuando el esposo de Dobles, el presidente Carlos Alvarado, concluirá su periodo. Con este plan, casi un tercio de los autobuses serán eléctricos para 2035, se construirán decenas de estaciones de carga y casi todos los autos y los autobuses en los caminos serán eléctricos para 2050. A diferencia de muchos otros países, Costa Rica no depende del carbón para generar su electricidad.

No obstante, renovar el transporte requerirá resolver problemas que tienen poca conexión directa con el cambio climático (como arreglar la salud fiscal del país para poder asegurar préstamos extranjeros significativos para financiar un proyecto tan ambicioso, así como reducir el desempleo, que es una exigencia política apremiante).

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