Chubut: lobos marinos, aves y flora patagónica en la Reserva de Punta Loma

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Las colonias de lobos marinos, cormoranes y gaviotines son los atractivos centrales en Punta Loma, además de otras especies patagónicas que se ven en el mar y desde un sendero interpretativo de flora sobre sus acantilados ocre que contrastan con el azul profundo del mar, en las afueras de Puerto Madryn, en Chubut.

 
 
Desde un mirador al borde de sus barrancos se avistan, durante la marea baja y decenas de metros abajo, cientos de lobos marinos de un pelo que caminan o reptan sobre el fino canto rodado de la playa, mientras la mayoría parece estar de siesta.
 
También cientos de cormoranes de cuello negro forman líneas oscuras en las cornisas naturales de los estratos sedimentarios de arcillas que conforman los paredones, mientras otros ejemplares de la variada avifauna local cruzan el cielo solitarios o en bandada y vuelan a ras del agua en busca de alimento vivo.
 
La Reserva Faunística de Punta Loma está a 17 kilómetros al sur de Puerto Madryn, la ‘capital nacional del buceo’, y es una buena opción para quienes no disponen de tiempo o presupuesto para grandes excursiones que demandan una jornada entera, como las que parten a Península Valdés, Punta Tombo o el Valle del Chubut.
 
En una media hora se puede llegar en vehículo desde el centro, por el Camino Costero -que es la extensión del bulevar Guillermo Brown-, de ripio, y tras pasar el enorme edificio del hotel Rayentrai que los lugareños llaman ‘elefante blanco’, el corto trayecto hasta la reserva ofrece variados atractivos.
 
Entre éstos, se destaca ala izquierda el constante paisaje de cielo y mar con sus azules bien diferenciados -que varían según la luz del día- después de los arenales y pedregullos de la playa o los acantilados, y la estepa desértica de bajos matorrales que también parece interminable, hacia el oeste. Después de la primera playa, la del Kaiser, hay un gran médano donde se practica ‘sandboard’ y pronto se ve la restinga de Punta Este, con sus piletones.
 
Tras una curva que aleja del mar al camino, éste retorna en Playa Paraná, donde está semisumergido el barco Le Folies, que se convirtió en sitio de snorkeling o buceo.
 
En la reserva, desde el mirador se tiene una amplia panorámica del Golfo Nuevo y, con la marea baja, unas decenas de metros más abajo se puede ver la colonia permanente de lobos en un espacio de playa encerrado por el mar y los paredones, con grutas oradadas por el agua.
 
Rosana Verón, la guardafauna a cargo del lugar y con 30 años dedicados a esta tarea, explicó a Télam que en otoño no se ve la colonia de gaviotines australes o sudamericanos, porque éstos recalan en Punta Loma sólo entre diciembre y febrero.
 
Estos gaviotines son blancos como las típicas gaviotas cocineras, pero se diferencian de estas por su casco negro, pico rojo y el menor tamaño, además de la gracia y agilidad en el vuelo.
 
También se pueden ver muchas de las aves que habitan la Península Valdés -la otra gran reserva vecina a Madryn y Patrimonio Natural de la Humanidad-, como gaviotas grises o australes, ostreros y garzas, que no anidan en el lugar.
 
En el mirador hay un poderoso largavistas fijo que funciona con monedas, que permite ver claramente hasta los ojos de los lobos y otros detalles de los machos, grandes y de melena oscura, o las hembras, de tono marrón amarillento y más pequeñas, que en esta época amamantan a los cachorros.
 
Desde allí es recomendable emprender el Sendero Flora, que comienza junto a la primera casilla de guardafaunas del lugar, construida en 1966 -un año antes de la creación de la reserva- y que permanece sólo para exhibición.
 
A lo largo de unos 360 metros, este camino atraviesa un sector nutrido en especies botánicas autóctonas, hasta llegar a otro mirador desde el cual se puede observar la reserva desde el otro extremo. Este sendero autoguiado cuenta con cartelería informativa y con imágenes que permiten identificar a cada especie de la flora local, como zampa, quilembay, falso tomillo, jume, llaollín y la típica jarilla.
 
Verón comentó que en los días de pocas visitas es posible también ver reptiles, piches, roedores y otros animales típicos más grandes, como guanacos, choiques, maras y zorros.
 
Debido a la cercanía con Puerto Madryn, es fácil hacer la excursión en bicicleta -preferentemente ‘mountain bike’- o inclusive a pie por la costa, lo que acerca al visitante a recovecos y vistas imposibles de disfrutar desde los vehículos.
 
Punta Loma es la primera de las 11 reservas naturales de Chubut, creada el 6 de enero de 1967, y el ingreso tiene una tarifa diferencia, con base de 30 pesos para argentinos en general, que aumenta en el caso de los extranjeros y se reduce para los residentes den Madryn, en tanto los discapacitados y sus acompañantes entran sin cargo.

Alejandro San Martín
Télam

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